Sería Mejor
No vi hacia atrás. Trate en serio pero no pude. Ella no hacía más que gritar y maldecir. Pude haberle dicho tantas veces que no, pero no pude. Confundí tantas veces a mis emociones que no les dejé decirme cuánto daño les habian causado.
Mientras me iba trate de recordar todo desde que la conocí. Recordé que tenía un suéter sobre sus hombros y una camiseta blanca. Usaba un pantalón negro y unos zapatos del mismo color. Tenía un libro de Steinbeck, sobre la mesa, que luego supe que nunca leyó. Solo lo cargaba para que el bolso no se deformara. Tenía su cabello con una cola de caballo y unas gafas oscuras sobre la cabeza. Ese día estaba nublado. Me detuve un momento a lo lejos y me pregunte si era una buena idea esto de una cita a ciegas. Tome aire y dentro la soledad pesaba mucho y me dije: por qué no?
No fue una charla tan mala. Ella se veía jovial y con mucha energía. Me enteré pronto que ella lo único que quería era "divertirse" y era muy obvio que yo tenía una idea diferente de las cosas. Ya sabes cómo es: todo lo que te dicen o responden es en doble sentido, tratan de mostrar sus atributos femeninos como una trampa. Su lenguaje corporal era exagerado, subía y bajaba el tono de su voz y trataba siempre de tocarme. Luego dijo la frase de cajón que destruía mi confianza:
"bueno pero si la cuestión es divertirnos en otro lado, debemos ir ya mismo, a no ser que no te gusten las mujeres como yo"
Caí como un idiota. Mi ego se vio lastimado. Pedí la cuenta y un rato más tarde estábamos en su apartamento. No fue nada divertido. Ella ya había bebido mucho. Estaba tan mal todo. Cuando menos pensé estaba sobre mi frotándose y tratando de no verse ridícula a pesar de su estado. No quise ser grosero, ni verme como un poco hombre. Estaba tan enloquecida que ella solo se estimuló y después de un gran gemido, quedó dormida. Hasta el día de hoy ella jura que lo hicimos como unos salvajes.
Yo la puse con cuidado en el sofa y la cubrí con una frazada. Me senté a un lado. Después de un rato me puse en pie. Hice tanto ruido como pude pero ella no despertó. Mientras bajaba pedí un taxi. Espere un poco en la calle y luego me fui a casa. Para ella ese fue el comienzo. Para mí fue la espiral lenta hasta el suelo. No era amor. Por mi lado era la idea de no contradecirla y hacerla sentir mal; por su lado todo era tener con quién compartir la cama.
Un día después de muchas cosas terribles, decidí visitarla. Trataba de pensar si me podría servir ser sincero con ella y explicar que ya para mí era demasiado.
Cuando llegue a su edificio tropecé con un hombre, nos disculpamos y subi por la escalera. Llegué a su puerta y toque. Desde adentro oí su voz: " mi amor es la quinta vez que te digo que revises bien antes de salir y que no dejes nada. Mi novio está por llegar"
Abrió la puerta con una corbata en la mano. Se quedo muda y pálida. Antes de que yo pudiera decir nada, el hombre con el que tropecé en la puerta llegó por detrás y dijo: "cariño olvide la corbata cuando estábamos en..."
La misma escena: mudo y pálido. Salí inmediatamente mientras ella gritaba y maldecía. No volví a mirar. Solo seguí caminando. Creo que por fin lo había entendido:
La soledad es mejor que el engaño. Los hombres también, en ocasiones, debemos aprender a decir no.
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